viernes, enero 09, 2009

La alteración de las prioridades

El sentido común es el
mismo instinto de la verdad

Max Jacob (1876-1944)
Poeta francés.

Entramos en tiempos difíciles. Pasó el tiempo de las vacas gordas. Las prioridades de la población continúan siendo las mismas. Mejoras en los servicios públicos básicos. Salud, educación, agua, electricidad, gas, basura, calles, carreteras, etc. No olvidemos en esas primacías la inseguridad, la corrupción, el desempleo, escasez, alto costo de la vida, transporte público que mantienen a la gente en permanente preocupación y en un estado de crispación que debería, obligatoriamente, estar en la agenda prioritaria del gobierno nacional, pero no es así, y esa alteración de las prioridades, pueden provocar una hecatombe política. Lo que está a la vista no necesita anteojos.

Empero, las prioridades del gobierno son otras. La reelección indefinida del presidente – ahora en cambote para todo el mundo lo que liquida de un plumazo la alternabilidad democrática – la diplomacia de la alegre chequera que deambula por América Latina, la compra ultra dispendiosa de armas de guerra, el gasto ilimitado e improductivo en elecciones tras elecciones, la adquisición de flamantes aviones con todo el confort para cientos de alegres viajeros allende los mares y un gasto público improductivo sin orden ni concierto. Esa alteración de prioridades, pueden provocar una hecatombe política. El pueblo sabe más que corocoro frito y los espera en la bajadita.

No hay dudas que existe un gran abismo entre las prioridades del soberano y las del Presidente Chávez. La obnubilación que siente por eternizarse en el poder pareciera ser el árbol que no le deja ver la montaña de precariedades que azotan al venezolano. Nadie le está pidiendo, solicitando o exigiendo que se marche. ¡Uh! ¡Ah! Chávez no se va. Eso es verdad. La gente no quiere que se vaya. Lo único que pide, exige e implora es que se dedique a gobernar los 4 años que le quedan en la presidencia, de los catorce que completará en el 2012. Hay que atender las prioridades, para evitar la hecatombe política. El que tiene tienda la atiende sino la vende.

La pregunta del siglo 21 ¿A qué venezolano le soluciona UN solo problema de los antes citados la aprobación de una enmienda que les permite al presidente, gobernadores, alcaldes y legisladores la perpetuidad en sus cargos? a nadie. Por el contrario se los agrava. El que ostente el poder en cualquier cargo ejecutivo colocará todos los recursos del pueblo a su servicio para mantenerse en el cargo o hacer elegir a un familiar con lo que revivimos la peligrosa desviación perversión del nepotismo. Esa será su prioridad y no la solución de los problemas. Es además obvio que en vez de abrir espacios a las nuevas generaciones, les cerramos horizontes, situación que pueden estimular escenarios agresivos y belicosos indeseables a corto plazo. Con esa alteración de prioridades, se puede provocar una hecatombe política. Es peligroso nutrirse de la permanente agitación, conflictividad y la confrontación. En guerra avisada no muere soldado.

Van 10 años de gobierno y faltan 4 para expirar el período del presidente Chávez – Coincidencialmente los mismo 4 años que estará Barack Obama en la Casa Blanca – La prioridad del líder del imperio es tratar en estos próximos 4 años es buscarle solución a la grave crisis económica que progresa como un tsunami sobre su país y el mundo. La prioridad del líder de la revolución es tratar por todos los medios eternizarse en el poder por los siglos de los siglos, mientras el país, queda a merced de la tormenta sin gobierno que aplique políticas públicas y diseñe estrategias para amainar el impacto del deslave. Esa es una verdad del tamaño de la crisis que vive la comunidad internacional y confirma que estamos ante una grave alteración de las prioridades que pueden provocar una hecatombe política. Dios nos agarre confesados.
No he sido, no soy, ni nunca seré profeta del desastre. Mi naturaleza me impulsa cada día a ser mucho más optimista, pero eso, no obvia que no otee la grave realidad a la cual inevitablemente tendremos que enfrentarnos y que esta alteración de prioridades no producen las políticas acertadas para enfrentarlas con éxito. Es cuestión de sentido común. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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