jueves, septiembre 14, 2006

Votar para elegir

“El cielo nunca le ayudará a aquellas
personas que no actúan”
Sófocles.

Hay que estar de acuerdo en estar de acuerdo, pero hay que estar de acuerdo en que podemos estar en desacuerdo. En esa dirección proclamamos que la mejor alternativa frente al candidato/presidente, es el abanderado de la “unidad” Manuel Rosales. En eso no tenemos ninguna reserva. Empero, en lo que si tenemos serias dudas es en cuanto al escenario planteado para la realización de unos comicios limpios, transparentes y equitativos. El régimen controla todos los poderes públicos, hace uso y abuso del poder electoral y manipula a su antojo todo el sistema electoral. En esas condiciones Ganamos y será imposible cobrar.

Estamos perfectamente de acuerdo en plantear durante esta corta campaña un severo juicio a la inexistente obra del gobierno en estos últimos 8 años. El problema de los venezolanos no es el imperialismo yanki, ni mucho menos el Presidente Bush. La tragedia que vivimos es de hambre, miseria, vivienda, servicios públicos, educación de calidad, desempleo, inflación, regaladera de nuestra riqueza e inseguridad. En eso no tiene inherencia el imperio y mucho menos Bush. Allí estamos claritos. ¡Ah! pero no estamos ante un gobierno convencional, democrático y convencido de la alternabilidad democrática. Nos enfrentamos a un autócrata que hay que torcerle el brazo para que acepte las reglas y se cuente limpiamente y en esa dirección no hay una señal indicando una lucha férrea para el logro ese objetivo. Aquí, volvemos a diferir.

Hubo mucha cursilería en la precampaña. Muchos lanzamientos los justificaban diciendo que se podía caminar y mascar chicle a la vez o sea, se podía hacer campaña y a la vez luchar por las condiciones. Cuando faltan un poco menos de 90 días para las elecciones, caminan tranquilos y se les olvida el chicle o lo que es lo mismo se les olvido el REP envenenado, las captahuellas, las maquinitas bidireccionales, el conteo manual de los votos que obligaron a la oposición retirarse en las elecciones de diciembre pasado, cantando un fraude anticipado. ¿Hoy las condiciones para participar son mejores? Bien ingenuo en que lo crea. Hasta José Vicente Rangel lo dice alegremente: “El resultado electoral del 3 de diciembre está cantado” En guerra avisada no muere soldado, ni civil medianamente racional.

Respeto las opiniones de un sector muy numeroso del liderazgo opositor. Están convencidos que con ese sistema electoral, esas condiciones y el plan república secuestrando, el proceso el día de las elecciones están blindados y tienen el mandado hecho. También recojo la angustia, la preocupación y hasta la ansiedad de mucha gente en la calle que me dice: “Yo quiero votar, pero no botar mi voto, quiero que mi voto elija” Particularmente comparto plenamente este último criterio. Nace de lo más profundo del pueblo. Hay quienes con toda sinceridad presagian que de seguir las cosas como van la frustración para los venezolanos puede ser peor que el 15 de agosto cuando en la madrugada anunciaron los resultados del referéndum revocatorio. A buen entendedor pocas palabras.

No soy, no he sido, ni seré abstencionista. Como buen demócrata, formado al fragor de la lucha, he ganado y perdido elecciones. Creo en el voto como la única arma democrática para renovar los poderes públicos y el ejercicio de la democracia en su principio fundamental de la alternabilidad en los gobiernos. En una elección se elije el gobierno y a la oposición. Esa legitimidad que surge del soberano es inapelable cuando es producto de una lección limpia y transparente, pero cuando es manipulada la voluntad popular, la democracia queda herida de muerte y quienes se creen ungidos por los dioses con esas pantomimas tienen sus días contados. El que está picado de macagua cuando ve bejuco se espanta.
Estamos a tiempo. Llegó el tiempo de luchar en la calle para obligar al régimen que nos permita votar para elegir. No botes tú voto. Es el tiempo de la democracia. Es el tiempo de votar para elegir. Es tiempo de actuar. Lo demás es perder el tiempo. Estamos de acuerdo que estamos en los tiempos o estamos en desacuerdo y dejamos las cosas al tiempo y que nos vuelvan a robar. Es cuestión de tiempos.

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