miércoles, febrero 29, 2012

Curva de La Parchita: más vale prevenir que lamentar

La vida no vale nada, pero nada vale una vida
Albert Camus (1913 – 1960)
Novelista, dramaturgo y ensayista francés.

Las carreteras de Anzoátegui son una vergüenza roja rojita. No escapan a la desgracia nacional. El desastre vial, sumado a la inseguridad, convierte nuestras arterias viales en trampas mortíferas. En el corto tramo de autopista (Cantaura – El Tigre), que construyó la gobernación del estado, bajó la égida del Dr. David De Lima y, la cual tiene paralizada su continuación, más de 7 años de gobierno revolucionario, hay un sector que está convertido en una guillotina. Esto sucede en las narices de las autoridades competentes y ante sus miradas impávidas. No le dan valor a la vida. Mucho menos poseen sensibilidad revolucionaria.

Es imposible creer que el MTT, al cual compete la vialidad nacional, la gobernación del estado y hasta la alcaldía de Freites, no estén enterados de que, todos los santos días, en la llamada curva La Parchita, ocurren accidentes con resultados de perdidas materiales y, no pasa una semana, que no acaezca alguna tragedia con saldo de muertos y heridos. Eso no lo puede creer nadie, máxime cuando estamos en la era de las comunicaciones instantáneas. Una cosa es hacerse el loco y otra no darse por enterado. Hay que darle valor a la vida y tener sensibilidad revolucionaria.

El territorio del estado Anzoátegui, esta lleno de vallas. Hasta un saque de arena en la autopista, muy cerca del vertedero metropolitano, que también es socialista y rojo rojito, tiene una valla, que lo rotula como socialista. Vallas dicen que Anaco es la ciudad gasífera de Venezuela y cuando alguien pisa las calles de esa ciudad, puede observar como los anaquenses, se las ven bien feas para obtener una bombona de gas, ya que carecen de gas directo y, para rematar, hay vallas propagando, que ya todos los venezolanos tienen casas dignas, gracias a la Gran Misión Vivienda. Publicidad barata y engañosa y los problemas latentes y cobrando vidas humanas. No le dan valor a la vida. Mucho menos poseen sensibilidad revolucionaria.

El estado Anzoátegui produce todos los días, millones de barriles de petróleo, que engordan el tesoro nacional. En el tiempo que el precio del barril del crudo se vendía en 9 dólares, se construían carreteras, autopistas, había mantenimiento, vigilancia y auxilio vial. En esta revolución el precio del barril de petróleo supera con creces los 100 dólares, no construyen los 18 Kilómetros de autopista que faltan del sector de la curva de La Parchita hasta El Tigre, no hay vigilancia, auxilio vial, mantenimiento y menos señalización. Sálvese quien pueda. En revolución la vida no vale nada. Mucho menos existe sensibilidad revolucionaria. 

Es una desgracia, que por falta de señalización, unas vallas o una pintura que indique o alerte a los conductores el final de la autopista, ocurran a diario accidentes graves y fatales. ¿No tienen presupuesto en el ministerio para colocar esa señalización? ¿Carece el ejecutivo regional de un dinerito para colocar unas vallas que salven vidas? ¿La alcaldía de Freites no puede, ante la abulia, indiferencia e insensibilidad del gobierno nacional y regional, colocar esa señalización, para salvar vidas? Honestamente no lo creemos. Estamos ante una trampa mortífera y no hay quien, por amor al prójimo, haga algo para prevenir tantas desgracias. En las vías de Anzoátegui, la vida es un azar. No hay sensibilidad revolucionaria. 

Es de Perogrullo:”más vale prevenir que lamentar” Esos accidentes mortales se pueden prevenir con una pequeña inversión, sí como suena, “inversión”. La mejor inversión es la que se hace para preservar la vida. Nada vale una vida ¿Nadie lamenta o preocupa esos muertos? en Anzoátegui, no se defienden  los derechos humanos y mucho menos existe sensibilidad revolucionaria. Los hechos son tercos, solía decir el camarada Lenin.

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