jueves, enero 13, 2011

Las goteras de la revolución

“Es un error creer que uno está rodeado de tontos, aunque sea verdad”
Noel Clarasó (1905 – 1985)
Escritor español.


El ex adeco, ex CR, ex PPT y hoy flamante diputado y furibundo chavista, el Prof. Aristóbulo Istúriz, presagió en la instalación de la Asamblea Nacional, que la oposición sólo se ocuparía de ver las goteras del gobierno revolucionario y la fracción del PSUV, de defender las políticas gruesas de la revolución. Olvida el primer vicepresidente del parlamento, que por los detalles se mete el diablo y mire que en el caso de este desastre gubernamental, no son detallitos o goteras como él las califica, son troneras y por esas aberturas cabe Satanás con todos los demonios, el infierno completo y sobra espacio. No hay que usar anteojos.

La gotera de la inflación – la más alta del globo terráqueo – no permiten que las grandes mayorías del pueblo venezolano puedan completar las 3 comidas. La escasez de alimentos, presionan el alza de los productos de primera necesidad, disparan la especulación y diezman los bolsillos del consumidor. Los burócratas del gobierno, los validos y grandes cacaos del chavismo, esas goteras no les preocupan, para ellos esas son nimiedades. Los diputados de los factores democráticos tienen que ver, revelar, denunciar y poner en evidencia esas goteras. Esa criminal política económica desgarra la calidad de vida de todos los venezolanos. Develar esa irrebatible realidad, es una tarea patriótica y de verdad revolucionaria.

Hay muchas goteras. P.e., las que permean la seguridad ciudadana, que tiñe de rojo rojito todos los días las calles, pueblos y en especial la capital de la República, es una gran chaparrón de sangre, que extermina vidas valiosas y liquidan lo más preciado de nuestro capital humano: LA JUVENTUD. No hablemos de las goteritas de los secuestros, robos, asaltos, hurtos y arrebatotes que mantienen al ciudadano de a pie en permanente zozobra, temor y miedo. Esas goteritas ya ni las denuncian, pero irritan al soberano contra un gobierno indolente. Hambre y miedo son goteras, que van llenando el envase y dónde viene engendrándose un cóctel tan explosivo, que puede ser el detonante de un estallido social. Obvio, los burócratas que llenan la barriga, sus cuentas bancarias y gozan de protección especial, no ven esas goteras que resfrían al común de la gente. Ellos son privilegiados de la revolución.

Otra gotera terrible es la devaluación del bolívar. Este nuevo golpe monetario augura un desmedido aumento del costo de la vida y la liquidación total del llamado bolívar fuerte. La gotera de la destrucción del aparato productivo que nos anuncia mayor escasez de productos de la dieta básica y la consecuencial especulación, son troneras que dejan mojar los muebles en la sala, la cocina, la habitación de los niños, los baños y el cuarto principal. El gobierno, como asegura Aristóbulo, no ve, no verá y no se ocupará de esas goteras. ¿Imagínense, que los diputados de la alternativa democrática, tampoco se ocuparan, los denunciaran y colocaran en el tapete de la opinión pública? No tendrían perdón de Dios. Es tiempo de ocuparse de los problemas cotidianos de la gente.

Mientras los diputados del PSUV, que no pueden cambiar de opinión, no tienen derecho a disentir y sólo están para cumplir órdenes de Miraflores, defienden a capa y espada las directrices y políticas que se le ocurran a “su” comandante-presidente y alzan la mano, alguien tiene que ocuparse de los problemas cotidianos de la gente y que Aristóbulo llama goteras. ¿La corrupción en PDVAL es una gotera? ¿Los maletines voladores repletos de dólares que viajan en aviones de PDVSA son goteras? ¿La quiebra de PDVSA y la salvaje corrupción que anida en sus entrañas es una gotera? ay, hermano, póngale el oído al pueblo, no crean que están rodeados de tontos. No son goteras, son troneras y el agua pasa a borbotones.

La lluvia de votos en las elecciones presidenciales del 2012, pasarán las goteras y crearán un deslave de los chavistas indolentes del gobierno que seguramente el pueblo saldrá a la calle y les gritará con mucha razón. ¡NO VOLVERÁN!

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