sábado, septiembre 15, 2007

La imposición de la reforma constitucional

“La paciencia tiene más
poder que fuerza”
Plutarco (46-125)
Biógrafo y ensayista griego.

Cuando un hombre permanece mucho tiempo en el poder se acostumbra a mandar y el pueblo a obedecerlo de donde se deriva la usurpación y la tiranía, decía nuestro libertador Simón Bolívar. En Venezuela desde el año 1958 cada 5 años había elecciones y se habían alternado el poder varios compatriotas. En otras instituciones como el sindical, se violó el principio de la alternabilidad y los presidentes de la CTV, de las federaciones regionales y locales, se enquistaban en los cargos hasta la muerte. Un hecho criticable, nefasto, que fue minando la credibilidad y la fortaleza de ese poderoso movimiento reivindicativo y social liquidando de manera dramática, el relevo generacional. Había elecciones y siempre ganaban los mismos.

Esa misma práctica era moneda corriente en la conducta de los líderes políticos. Las cúpulas partidistas se repartían los cargos de elección popular y los altos cargos gubernamentales. Incluso, se los rotaban y no daban paso a nadie más. Ellos, ellos y ellos. Los nombres eran tan conocidos que la población no sabía, conocía y mucho menos especulaba acerca de la existencia de otros líderes. Las organizaciones políticas fueron muriendo por consunción, las elecciones internas eran una pantomima y la gente fue rechazando esas prácticas no democráticas que violaban el principio de la alternabilidad y el normal acceso evolutivo de las nuevas generaciones. Las cúpulas envejecieron, murieron y no hubo sobrevivientes.

La critica, el rechazo y el cuestionamiento a esa conducta no democrática, fue tomando cuerpo en la sociedad, hubo muchas señales que indicaban la necesidad de un relevo generacional, de un cambio de rostros, de una apertura democrática que diera paso a nuevos líderes, a otras mentalidades que impulsaran nuevos ideales, dieran paso a la modernidad y adaptaran al país a las nuevas realidades. En medio de la sordera generalizada, hubo tímidas acciones en esa dirección que resultaron exiguas y la olla de presión explotó en la mismísima cara de los actores de siempre, hoy cuando la patria reclama de su activismo, protagonismo y decisión, brillan por su ausencia, lo que desdice mucho de su pregonado patriotismo. Los gallos resultaron gallinas.

No es hora de buscar culpables. La historia os juzgará. Esos hechos y realidades, dieron al traste con la llamada cuarta república y no hay un ápice de dudas, se están reproduciendo con mayor vigor en la autoproclamada quinta república. Las historia se repite como comedía o como tragedia. En la actualidad, la perversión es mayor y asistimos a la crónica de una tragedia anunciada. Sí antes fue perniciosa la permanencia vitalicia de una dirigencia sindical y la continuación indefinida de los integrantes de las cúpulas políticas en los cargos de elección popular y los altos cargos de gobierno, mucho más delicada, es la permanencia eterna de un solo hombre en la Presidencia de la República. El comandante se acostumbró a mandar – no hay dudas - pero el pueblo levantisco y retrechero – tampoco hay dudas – no está dispuesto a obedecer eternamente. ¡Cuidado con una implosión!
Los errores de ayer no justifican los de hoy. La propuesta de reforma es una invitación a que la gente, voluntariamente y sin ningún razonamiento lógico, legalice lo que tanto criticó, cuestionó, rechazó y sustituyó. Los que no conocen la historia tienden a repetirla. La imposición de esta reforma en bloque, con fechas preestablecidas, sin mayor discusión y con el Consejo Nacional Electoral secuestrado, nos puede conducir por caminos procelosos que irremediablemente nos arrastran a territorios peligrosos. Paciencia, paciencia y más paciencia. Nada por la fuerza es bueno.

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