jueves, abril 17, 2008

El rol del nuevo gobernante local

Yo conozco al pueblo: cambia en un día. Derrocha
pródigamente lo mismo su odio que su amor

Francois-Marie Arouet de Voltaire (1694-1778)
Escritor y filósofo francés.

Cuando se aprobó la ley que le permitió a cada localidad elegir a sus autoridades locales, el espíritu, propósito y razón que animó al legislador fue acercar el gobierno a las comunidades y viceversa. Con esa conquista de la sociedad democrática estaba plenamente garantizado que las decisiones que se tomaran desde ese instante y que afectaran en alguna medida a los vecinos deberían ser consultadas, justificadas y llevadas adelante concertadamente. Además se aseguraba que los elegidos presentaran cuentas periódicamente de los recursos que administraban a sus electores y se comportaran como lo que son: Empleados transitorios al servicio de la comunidad. Un verdadero servidor público.

En los últimos tiempos, a pesar de que la ley ha sido reformada, actualizada o sencillamente adecuada a las nuevas realidades, existen evidentes signos de desviaciones que colocan a los ciudadanos en franca minusvalía antes las autoridades que eligen. Los electos se creen enviados del señor, dueños absolutos de la verdad. Con derecho a hacer y deshacer a su libre albedrío, no consultan a nadie ni con nadie, toman decisiones, las participan y el que se oponga o haga algún reparo lo declaran enemigo y, lo peor, se creen con derecho de imponer, utilizando los dineros del pueblo, el más nefasto, ramplón y vulgar nepotismo. Designan a sus príncipes herederos y punto.

El caso más escandaloso – después del de Barinas – lo estamos viviendo en la ciudad. No hay dinero para resolver los ingentes problemas que aquejan a los sectores populares, pero si hay abundantes recursos para promover un partido en el estado, impulsar candidaturas para la gobernación y para colmo intentar imponer un nepotismo obsoleto y periclitado representado en la línea ascendente familiar. Nunca antes los dineros del pueblo habían tenido un destino tan repugnante, grotesco, inaceptable y repulsivo. Los electores que no son gafos, ven, observan y callan prudentemente, pero se aprestan a cobrar el 23 de noviembre semejante tremendismo, que solo cabe en la cabeza hueca de una nulidad engreída que no pisa tierra. El poder envilece y con asesores corrompidos e impúdicos mucho más. El caso es patético.

La violencia, genera violencia. Las imposiciones son detestables. La utilización del tesoro municipal para inversiones non santas, han colocado a la ciudad en borderline de la exasperación. No hay sector de la comunidad que no haya sido atropellado de palabra y acción por las actuales autoridades locales. Los buhoneros son llamados basura, a las vendedoras y vendedores de empanadas y pastelitos los tienen a monte, a los motorizados los llaman delincuentes y los uniforman para humillarlos, a los taxistas los tiene en la mira y ellos saben que de ser reelecto los perseguirá cuán perros rabiosos, a los conductores de las líneas vecinales igualmente los detesta, a los comerciantes e industriales les aumento el impuesto por el ejercicio de la actividad colocándolos contra la pared, a los sectores populares los marginó, a los hombres los odia y pare usted de contar. Son pequeñas muestras de la intolerancia y la mentalidad del reyezuelo que en mala hora nos desgobierna. Con amigos así, no se necesita enemigos.
No hay mal gobierno local que pase de 4 años ni comunidad que lo resista. El 23 de noviembre la comunidad elegirá un nuevo gobierno local que ocupe el rol de servidor público, concertador de voluntades y comprendan bien que todas las decisiones que se tomen deben ser consultadas con los afectados. El próximo gobierno tiene que ser liderado por quien tenga presente que debe ser útil, no importante y entienda de una vez por todas que es un empleado al servicio del pueblo y no al revés como el actual. Hay que conocer al pueblo.

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