jueves, mayo 17, 2007

La libertad de expresión

El respeto a la libertad y al pensamiento ajeno, aún del ente más
infeliz, es mi fanatismo: si muero o me matan, será por eso

José Martí (1853-1895) Político y escritor cubano.
Con el posible cierre de Radio Caracas Televisión, vuelve al tapete el peligro que corre un derecho humano fundamental de todos los seres racionales: La libertad de expresión. Ese derecho hay que conquistarlo todos los días, hay que estar vigilante, porque no solo son los gobiernos los que tienen tendencia a cercenar la libre expresión del pensamiento. Son varios factores que confluyen y todos son enemigos de mucho cuidado. Veamos:

En primer lugar es obvio que están los gobiernos. En especial los autoritarios, y si son de corte militarista la amenaza es latente. Las presiones y amenazas crean la perniciosa censura y la autocensura. Hoy en Venezuela eso está a la vista de propios y extraños. Otra perversión peligrosa es la utilización de los medios para injuriar, perseguir, chantajear y timar, comercializando con la mentira en forma descarada. Eso lo vemos a diario hasta en nuestras comunidades. Dicen defender la libertad de expresión por un lado y por el otro la destrozan haciendo de ella un uso indebido, indecente y ruin.

Muchos son los peligros que acechan la libertad de expresión. Los dueños de medios, salvo honrosas excepciones, se abrogan el derecho de vetar a unos y favorecer a otros. No hay equilibrio informativo. Todo lo sesgan, manipulan y convierten en basura mediática. Noticieros, programas de opinión y cuanto contenido inventan para intentar influir, según sus propios intereses, en la opinión de las grandes mayorías. Es toda una desviación que no se corrige, con cierres de medios, presiones indebidas y la censura oficial, empresarial, comercial, ideológica o religiosa. Hay que ser tolerante y aplicar políticas públicas y educativas para ir superando ese grosero libertinaje. El estado en primer lugar debe predicar con el ejemplo.

El respeto al ciudadano de estar informado, oportuna y verazmente, es irrespetado por el escándalo, el lenguaje soez, escatológico y de baja ralea. Los medios tienen la sagrada misión de orientar, educar, informar y entretener. Es obvio que nunca serán plenamente objetivos, pero están obligados a ser lo más equilibrado posible. No es justo y mucho menos correcto, que quién o quienes no compartan sus opiniones e intereses, se les vete y ofenda permanentemente sin derecho a replica, y si tienen el atrevimiento en defensa de su honor, reputación y dignidad, de confrontarlos por cualquier otro medio, el ensañamiento es peor. Llegan al extremo de agredir círculos familiares, invadir intimidades sentimentales e intentan destruir moral y éticamente a familias honorables y dignas por el solo hecho de ceder a sus groseras pretensiones. Esa es la orbita de donde no salen.

He sido, soy y seré contrario al cierre de cualquier medio de comunicación social. Digo como Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida porque te permitieran decirlo”. Máxime cuando el estado tiene las inmensas posibilidades de competir, hasta con ventajas con los medios privados. Échenle ganas y punto. Eso hará un mejor ejercicio de la libertad de expresión y le permitirá al ciudadano gozar de excelentes, más democráticos e imparciales medios de comunicación social.
El gobierno, más que cerrar medios, debería estimular su masificación y dictar pautas llenando de excelentes programaciones los medios oficiales. ¿Cual es el miedo?, dejen a los infelices medios privados con sus contenidos “basuras” y llenen de excelencia los del estado y verán que los quiebran y hacen morir por consunción. Es una opción, practíquenla y verán.

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