jamás será absuelto por su conciencia”
Agustín Pedro Justo (1876-1943)
Hay una conducta instalada en muchos estratos de la sociedad venezolana que busca endosar sus culpas a otros. Es lo que conocemos coloquialmente como la política del chivo expiatorio. Nunca tenemos la culpa de nuestros errores, fracasos y desgracias, siempre buscamos a uno o varios culpables. Vemos fantasmas donde no hay y para justificar nuestros propios miedos, carencias, ansiedades y conductas erradas, nos hacemos eco de cualquier comentario, chisme e invención, aun cuando tenemos la convicción íntima que viene emponzoñado con el virus de la mala fe. En el caso que nos ocupa hay pruebas mortíferas.
Los que gozamos de tranquilidad de conciencia. Los que avanzamos en la vida sin nada que ocultar, los que vivimos transparentemente y estamos convencidos de que Dios aprieta pero no ahorca. Los que hemos sido víctimas de la delincuencia comunicacional, esperamos pacientemente y como el tiempo nos ha dado la razón, podemos denunciar a los que han hecho del chantaje y la extorsión mediática su modus vivendi delincuencial. El tiempo, ese infalible e imperceptible tribunal, que no espera, ni perdona, se ha encargado de colocar las cosas en su lugar. Don Bombillo, que ahora da lástima, es la muestra más acabada de la ruindad e indignidad. Lo agarraron con los cheques en la mano.
Toda una vida dedicada al chantaje y la extorsión mediática que intentaba ocultar bajo un velo de honorabilidad. Se vendía como un exitoso y laborioso empresario y un abnegado y ejemplar padre de familia, Esa careta se le cayó estrepitosamente. La gente sabe más que corocoro frito y sospechaba que detrás de todo ese tinglado mediático, no podían actuar a sus anchas dos conocidos mercenarios del micrófono y el dueño o director estar ajeno a tan pública, notoria y comunicacional conducta delictiva. No es culpa del ciego, nos ilustra el refranero popular, sino de quien le da el garrote y quedó demostrado que el jefe de la banda mediática es inequívocamente don bombillo. Punto.
Esa línea editorial o política comunicacional es fría y delincuencialmente diseñada por el dueño del la orbita oficial. Don Bombillo, ahora que fue sorprendido in fraganti con los cheques en la mano y expuesto junto su núcleo íntimo al escarnio público no puede sacarse el lazo, echando la culpa sobre otros y mucho menos lavará sus culpas prendiendo el ventilador excremental. Más daño del que causó, difícilmente causará, ya que, está desprestigiado y todo lo que diga o mande a escribir lo hunde más. A menos que crea que en este pueblo vive un hatajo de tarados y estúpidos.
Todo delincuente es manipulador. Nunca tiene culpa de sus delitos. El no participó activamente en el delito, pero las pruebas y elementos de convicción lo condenan. ¿A quién le enviaron 96 millones para mantenerlo contento? ¿Por qué si el cobro de comisiones es lícito no mandó a poner el cheque a su nombre? ¿Tiene concepto de familia quién utiliza a la esposa para consumar un delito? Esas son las preguntas que tiene que responder don bombillo y no utilizar la política del endoso y prender el ventilador excremental. Eso no aclara nada, lo hunde más.
Es cobarde e indigno no dar la cara. Entendemos que la justicia es lenta, pero ya el soberano e inapelable juicio de la opinión pública dictó sentencia. “Don bombillo es un peligroso delincuente comunicacional” El primer y mayor castigo es que de esa culpabilidad no lo absolverá la conciencia, si es que tiene.
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