“La Ley es el lecho por donde pasa el torrente de los hechos”
Emile Boutroux (1845 – 1921)
Filósofo francés.
Emile Boutroux (1845 – 1921)
Filósofo francés.
Concediendo el beneficio de la duda, no le resto las buenas intenciones al Presidente, cuando aprobó, puso el ejecútese a la Ley de Costos y Precios Justos y envío a un ejercito de milicianos rojos rojitos, a que la hicieran cumplir. Empero, los resultados, por ahora, desataron en el país, un tsunami de corrupción, especulación, escasez e inflación. Muchos productos de primera necesidad desaparecieron de los anaqueles de los comercios establecidos y aparecieron, en el mercado informal. Chavistas y no chavistas hacen su agosto, en este diciembre con los sobreprecios. No hay gobierno que detenga ese capitalismo salvaje en las calles de Venezuela. Una cosa piensa el burro y otro el que arriba lo arrea. ¡Ay, catire Florentino!
Los hechos son tercos, gustaba decir al camarada Lenin, y añadía cuando no pueden entrar por la puerta, saltan por la ventana. Está demostrado hasta la saciedad, que los controles de la economía disparan la corrupción, la escasez, la especulación y, por ende la inflación. Los precios al consumidor, se elevan a la estratosfera. La única forma de lograr “precios justos” a nivel del consumidor, es estableciendo reglas claras, estimulando la economía, abriendo las posibilidades de nuevas empresas, atrayendo la inversión extranjera, incitando la competencia y el estado, asumiendo el papel moderador que le corresponde. Inventar en ese terreno es errar. Nadie experimenta en cabeza ajena.
La economía, al igual que la inseguridad, se le escapó de las manos al gobierno. La Ley de Costos y Precios Justos, logró un efecto contrario de lo que supuestamente se buscaba. La inflación, la escasez, la especulación y la viveza criolla, no se combate con leyes. La única manera de modificar la realidad, es cambiando el discurso, más que revolucionario, incendiario, lleno de odio, división y, uno no sabe sí, con una cierta dosis de envidia, ante el éxito de los privados. Ese coctel es peligroso y dañino, para la economía y mortal, para los sectores populares, que son los más golpeados, con la terrible situación. En la miseria, no se puede, vivir viviendo. Pónganle oído al pueblo.
La verdad es que la Ley de Costos, si algún día, logra los efectos deseados, por Chávez, ya el pueblo de a pie, estará más pobre, desnutrido y diezmado que nunca. Leche, café, aceite, azúcar y mantequilla, sólo están en los inventarios de los comerciantes informales a precios prohibitivos y la carne de bovino y porcino, andan con unos precios inalcanzables, para las clases populares y, sí a esto sumamos, el costo de los servicios públicos, está revolución nos lleva por el caminos de la amargura. Para vivir muriendo.
El huracán de la inflación revolucionaria, hay que detenerlo, el 07-10-2011. El torrente de los hechos arrasó con la ley y sus promotores. Esto no lo aguanta nadie, perdón, salvo las honrosas excepciones, de la chaveburguesía, que compra con sueldos, que soportan todos los costos y los precios injustos. Ellos ni lo notan. Nuevos ricos, pues. En el pueblo ¡Sálvese quien pueda! La calidad de vida ¿es capitalista? No sé, pero lo que no tiene dudas, es que, esta desgracia es chavista. Por más que Chávez se tongonee siempre se les ve el bojote del fracaso. El que tenga ojos que vea.
Los hechos son tercos, gustaba decir al camarada Lenin, y añadía cuando no pueden entrar por la puerta, saltan por la ventana. Está demostrado hasta la saciedad, que los controles de la economía disparan la corrupción, la escasez, la especulación y, por ende la inflación. Los precios al consumidor, se elevan a la estratosfera. La única forma de lograr “precios justos” a nivel del consumidor, es estableciendo reglas claras, estimulando la economía, abriendo las posibilidades de nuevas empresas, atrayendo la inversión extranjera, incitando la competencia y el estado, asumiendo el papel moderador que le corresponde. Inventar en ese terreno es errar. Nadie experimenta en cabeza ajena.
La economía, al igual que la inseguridad, se le escapó de las manos al gobierno. La Ley de Costos y Precios Justos, logró un efecto contrario de lo que supuestamente se buscaba. La inflación, la escasez, la especulación y la viveza criolla, no se combate con leyes. La única manera de modificar la realidad, es cambiando el discurso, más que revolucionario, incendiario, lleno de odio, división y, uno no sabe sí, con una cierta dosis de envidia, ante el éxito de los privados. Ese coctel es peligroso y dañino, para la economía y mortal, para los sectores populares, que son los más golpeados, con la terrible situación. En la miseria, no se puede, vivir viviendo. Pónganle oído al pueblo.
La verdad es que la Ley de Costos, si algún día, logra los efectos deseados, por Chávez, ya el pueblo de a pie, estará más pobre, desnutrido y diezmado que nunca. Leche, café, aceite, azúcar y mantequilla, sólo están en los inventarios de los comerciantes informales a precios prohibitivos y la carne de bovino y porcino, andan con unos precios inalcanzables, para las clases populares y, sí a esto sumamos, el costo de los servicios públicos, está revolución nos lleva por el caminos de la amargura. Para vivir muriendo.
El huracán de la inflación revolucionaria, hay que detenerlo, el 07-10-2011. El torrente de los hechos arrasó con la ley y sus promotores. Esto no lo aguanta nadie, perdón, salvo las honrosas excepciones, de la chaveburguesía, que compra con sueldos, que soportan todos los costos y los precios injustos. Ellos ni lo notan. Nuevos ricos, pues. En el pueblo ¡Sálvese quien pueda! La calidad de vida ¿es capitalista? No sé, pero lo que no tiene dudas, es que, esta desgracia es chavista. Por más que Chávez se tongonee siempre se les ve el bojote del fracaso. El que tenga ojos que vea.
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