Este 23N cumple un año el nuevo gobierno local. Los problemas de fondo de la comunidad están iguales o casi iguales. No mejoró el enfermo. El nivel de inseguridad es similar. Hay una diferencia. Entendemos que la política criminal que adelantó el desadaptado que nos desgobernó fue eliminada. El alcalde desactivó el escuadrón de la muerte y los asesinatos Express en supuestos enfrentamientos no han vuelto a ocurrir. Los niveles de violencia que aterrorizaban a la comunidad desaparecieron. Es innegable. Sin mezquindad, ruindad y falsos halagos, todos los vecinos lo reconocemos. La cultura de la muerte no debe volver y ya forma parte de un terrorífico, pavoroso y perverso mal recuerdo. Memoria contra el olvido.
En la solución del problema de la basura no hemos avanzado un milímetro. Está igual o peor que hace más de 2 años. De igual manera hay noticias de la instalación del equipo multidisciplinario que convoque a las comunidades organizadas y los vecinos en general para actualizar el Plan de Desarrollo Urbano Local que les permita a las autoridades adelantar un crecimiento ordenado de la ciudad y parar, de una vez por todas, la anarquía que reina hasta el momento. No hay iniciativa para darle solución definitiva al grave problema de los drenajes en sitios críticos y sólo se observa un trabajo rústico provisorio en la avenida intercomunal que no resuelve el problema estructural de esa importante arteria vial. Puro finteo.
Las calles de la ciudad continúan llenas de huecos y ahora sin señalización. El corredor vial está anarquizado por falta de autoridad. El ornato abandonado. Las rutas vecinales ayer y hoy son una calamidad. El transporte público no ha mejorado. No hay un proyecto para darle solución definitiva al problema del agua. Esperamos por el sitio reservado para el nuevo campo de pozos, el plan que contemple el sistema de almacenamiento, tratamiento, bombeo, sustitución de la vieja red de distribución y lo más importante la consecución de los recursos. En esos problemas vitales, continuamos tirando palos de ciego. No hay una estrategia, proyecto o plan. Un pozo allá, otro acullá y no hay solución definitiva. El drama continúa prolongándose.
En materia deportiva no hay política definida para mejorar la infraestructura y sistematizar, organizar y planificar las actividades en los sectores populares, las escuelas, liceos y casas de estudios superiores. Tampoco existe una estrategia para contribuir, colaborar, incentivar y estimular los deportistas agrupados en las ligas y clubes establecidos. El gimnasio cubierto sólo es habilitado para actividades políticas. No hay una señal que indique cuando construirán la plaza del ajedrez y mucho la menos se observa la dotación de material deportivo a los jóvenes deportistas y potenciales practicantes de cualquier disciplina de pista y campo. ¿Lo hacen? Es un secreto bien guardado.
En economía familiar, tampoco se conoce la existencia de un plan. La casa de la mujer no cambió el esquema y su funcionamiento ha venido de más a menos. Los créditos para los pequeños emprendedores continúan ausentes y en general la atención a los problemas cotidianos de la gente sigue esperando. En materia de gas directo seguimos en cero. Estamos ubicados en la zona gasífera de Venezuela, “ahora PDVSA es nuestra” y por los vientos que soplan cocinaremos con leña, nos bañaremos con totuma, nos alumbraremos con velas, nos movilizaremos en burro y nos limpiaremos con tusa. Muy bonita la ¿Involución? revolución.
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