“En política, si las cosas no cambian,
es por que siguen igual”
Filósofo de Güémez, personaje mexicano
(Se dice que vivió alrededor de 1800)
es por que siguen igual”
Filósofo de Güémez, personaje mexicano
(Se dice que vivió alrededor de 1800)
El año concluye con muy buenos augurios en materia política, el gobierno del Presidente Chávez tiene fecha de vencimiento, los electores recuperaron en parte la confianza en el voto – no en el CNE – se reafirma la pluralidad, la alternabilidad en el poder y se consolida la vocación democrática de los venezolanos. Estábamos al borde del abismo y la reacción firme y decidida del soberano nos devolvió a pisar tierra firme y fértil. Ganamos una batalla, no la guerra y hay que hilar fino.
En materia económica las cosas no andan bien. Hay escasez de alimentos, la producción en el campo es casi nula, el aparato productivo no vive su mejor momento, la crisis fiscal es inminente, la inflación devora los sueldos y salarios de los que tienen empleo, los índices de desempleos son alarmantes, el ajuste del precio de la gasolina es una amenaza latente, que de producirse, puede generar situaciones lamentables, hay que discutir los contratos colectivos con sus interlocutores validos que son los sindicatos, la reconversión cambiaria es una caja de Pandora. Todo esto sucede en medio de los mayores ingresos – petroleros y fiscales – jamás soñados por los hijos de nuestra patria bolivariana.
Otra agenda álgida, es lo atinente a lo social. Los poderes ejecutivo y legislativo están en mora con la Ley de Seguridad Social, los programas de asistencia médica han declinado y crean una situación desesperante en los sectores más humildes, las importaciones de alimentos no cubre la demanda, los sistemas de distribución cuando no son idóneos, están salpicados por el morbo de la corrupción y no cumplen el objetivo final, que es llevar la canasta básica a toda la población. Ricos, clase media y sectores populares están sometidos a los vaivenes de la economía de puertos y a la ineficacia en la distribución. Es una verdad del tamaño de un templo.
El gobierno del Presidente Chávez, en febrero del año que viene, inicia sus últimos 5 años en el gobierno. Un período constitucional de los que ejercieron los presidentes de la llamada cuarta república. Tiene suficiente tiempo para abordar esa agenda económica, social, monetaria y atacar con fuerza problemas puntuales como la inseguridad, la falta de viviendas, la crisis evidente de los servicios públicos y ponerle atención a la calidad de la educación para que en corto tiempo podamos contar con unos venezolanos de primera. Los problemas son muchos y los tiempos hay que aprovecharlos. Es hora de ponerse gobernar para los venezolanos.
Coloque como primer punto la materia política, entendiendo perfectamente que eso les pone la boca como el perro de Pavlov a los líderes políticos, pero le colocan los pelos de punta a la gran mayoría de compatriotas. La deuda con el soberano es tan grande y tan variada que no hay que cantar victoria. Hoy más que nunca se impone una visión de conjunto, un espíritu unitario y una gran concertación nacional. Los problemas del país son de todos y como tal debemos asumirlos, porque si continuamos con la misma conducta política, esto sigue igual, estamos fracasados por adelantado y todos seremos culpables de la desgracia de la patria.
En materia económica las cosas no andan bien. Hay escasez de alimentos, la producción en el campo es casi nula, el aparato productivo no vive su mejor momento, la crisis fiscal es inminente, la inflación devora los sueldos y salarios de los que tienen empleo, los índices de desempleos son alarmantes, el ajuste del precio de la gasolina es una amenaza latente, que de producirse, puede generar situaciones lamentables, hay que discutir los contratos colectivos con sus interlocutores validos que son los sindicatos, la reconversión cambiaria es una caja de Pandora. Todo esto sucede en medio de los mayores ingresos – petroleros y fiscales – jamás soñados por los hijos de nuestra patria bolivariana.
Otra agenda álgida, es lo atinente a lo social. Los poderes ejecutivo y legislativo están en mora con la Ley de Seguridad Social, los programas de asistencia médica han declinado y crean una situación desesperante en los sectores más humildes, las importaciones de alimentos no cubre la demanda, los sistemas de distribución cuando no son idóneos, están salpicados por el morbo de la corrupción y no cumplen el objetivo final, que es llevar la canasta básica a toda la población. Ricos, clase media y sectores populares están sometidos a los vaivenes de la economía de puertos y a la ineficacia en la distribución. Es una verdad del tamaño de un templo.
El gobierno del Presidente Chávez, en febrero del año que viene, inicia sus últimos 5 años en el gobierno. Un período constitucional de los que ejercieron los presidentes de la llamada cuarta república. Tiene suficiente tiempo para abordar esa agenda económica, social, monetaria y atacar con fuerza problemas puntuales como la inseguridad, la falta de viviendas, la crisis evidente de los servicios públicos y ponerle atención a la calidad de la educación para que en corto tiempo podamos contar con unos venezolanos de primera. Los problemas son muchos y los tiempos hay que aprovecharlos. Es hora de ponerse gobernar para los venezolanos.
Coloque como primer punto la materia política, entendiendo perfectamente que eso les pone la boca como el perro de Pavlov a los líderes políticos, pero le colocan los pelos de punta a la gran mayoría de compatriotas. La deuda con el soberano es tan grande y tan variada que no hay que cantar victoria. Hoy más que nunca se impone una visión de conjunto, un espíritu unitario y una gran concertación nacional. Los problemas del país son de todos y como tal debemos asumirlos, porque si continuamos con la misma conducta política, esto sigue igual, estamos fracasados por adelantado y todos seremos culpables de la desgracia de la patria.
Ya lo dijo Bolívar: Uníos, uníos o la anarquía os devorará. Es mi humilde opinión.
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