“La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”
Francois-Marie Arouet de Voltaire (1694 – 1778)
Escritor y filósofo francés.
Francois-Marie Arouet de Voltaire (1694 – 1778)
Escritor y filósofo francés.
El omnipresente se coló en el debate. Actuó como el propio arrocero. Le daba urticaria que los venezolanos fuesen a presenciar un debate del más alto nivel sin su presencia. Entonces apeló a la tiranía mediática. Encadenó los medios de comunicación social. Ese acto lo convertía en parte de un debate dónde no lo invitaron. Fue una cadena para expeler odio. Falsear la historia y concluir como gran benefactor. Los que fueron a buscar sus reales, estaban sorprendidos ante la brutalidad del mensaje contra los sectores de oposición. Recogieron su cheque y se marcharon a misa. Había hablado el primer chicharrón del debate e intervenido el representante de la bestialidad. Hay que exorcizar a Venezuela contra la barbarie.
Consumada la cadena del odio, la gente sintonizó el ansiado y esperado debate de los precandidatos de la Alternativa Democrática. Promotores: los estudiantes. Lugar: una casa de estudios superiores. Un moderador. Temas previamente establecidos. Inseguridad, desempleo y educación. Reglas claras, tiempo e interrogantes similares para los participantes. Nada de barras transportadas y focas amaestradas para aplaudir chascarrillos. El primer participante se había presentado previamente en cuerpo, alma y espíritu. Odio, violencia y resentimiento. Eso había que ignorarlo y superarlo. La barbarie hecha gobierno no tiene cabida en el futuro. La unidad de Venezuela requiere sensatez, buen juicio y muchísima responsabilidad. Nunca lo olvidéis.
Concluida las 3 horas de la cadena del odio. Entró en acción la civilidad. Las reglas de la democracia. El debate de ideas. Nada de descalificación, odios y ofensas. Actitud y comportamiento cívico y civilizado. Nadie hizo mención, gracias a Dios, al primer arrocero. No se puede perder tiempo con guapetones de barrio. Lo que está en juego es el futuro de la patria. Eso comporta seriedad, circunspección y mucha responsabilidad. Los verdaderos líderes son íconos de la sociedad. Modelos a seguir. El lenguaje de altura. La precisión en las ideas a exponer y sobre todo el comportamiento cívico, son los ejemplos que tenían que dar y la dieron con creces. Tremenda lección.
El debate de ideas es lo que da vida a la democracia. La confrontación tiene que ser civilizada. Nadie tiene el monopolio de la verdad. Hay que aplicar las reglas del buen hablante y el mejor oyente. Los que creen y practican los pensamientos únicos, imaginan que el diálogo es sentarse a aplaudir cuantas sandeces se le ocurre a un bárbaro, no le ponen el oído al pueblo y menos permiten que alguien pueda hacer una recomendación, viven en los mundos dictatoriales, de la barbarie y creen en falsos Mesías. En la Alternativa Democrática eso no existe. Hay unidad en la diversidad. Otra gran lección.
No vamos a entrar en el terreno de decretar ganadores o perdedores del debate. Los que vimos y oímos a los precandidatos e internalizamos sus mensajes, nos haremos nuestra propia opinión. Esa es otra libertad indelegable. En lo que hay consenso, fue que ganó la democracia, la civilidad, la unidad y por sobre todas las cosas, Venezuela. Nos anotamos una espectacular victoria cívica sobre la barbarie. Un debate propio de la democracia y, todo a pesar, de la cadena del odio. ¡Viva la unidad!
Consumada la cadena del odio, la gente sintonizó el ansiado y esperado debate de los precandidatos de la Alternativa Democrática. Promotores: los estudiantes. Lugar: una casa de estudios superiores. Un moderador. Temas previamente establecidos. Inseguridad, desempleo y educación. Reglas claras, tiempo e interrogantes similares para los participantes. Nada de barras transportadas y focas amaestradas para aplaudir chascarrillos. El primer participante se había presentado previamente en cuerpo, alma y espíritu. Odio, violencia y resentimiento. Eso había que ignorarlo y superarlo. La barbarie hecha gobierno no tiene cabida en el futuro. La unidad de Venezuela requiere sensatez, buen juicio y muchísima responsabilidad. Nunca lo olvidéis.
Concluida las 3 horas de la cadena del odio. Entró en acción la civilidad. Las reglas de la democracia. El debate de ideas. Nada de descalificación, odios y ofensas. Actitud y comportamiento cívico y civilizado. Nadie hizo mención, gracias a Dios, al primer arrocero. No se puede perder tiempo con guapetones de barrio. Lo que está en juego es el futuro de la patria. Eso comporta seriedad, circunspección y mucha responsabilidad. Los verdaderos líderes son íconos de la sociedad. Modelos a seguir. El lenguaje de altura. La precisión en las ideas a exponer y sobre todo el comportamiento cívico, son los ejemplos que tenían que dar y la dieron con creces. Tremenda lección.
El debate de ideas es lo que da vida a la democracia. La confrontación tiene que ser civilizada. Nadie tiene el monopolio de la verdad. Hay que aplicar las reglas del buen hablante y el mejor oyente. Los que creen y practican los pensamientos únicos, imaginan que el diálogo es sentarse a aplaudir cuantas sandeces se le ocurre a un bárbaro, no le ponen el oído al pueblo y menos permiten que alguien pueda hacer una recomendación, viven en los mundos dictatoriales, de la barbarie y creen en falsos Mesías. En la Alternativa Democrática eso no existe. Hay unidad en la diversidad. Otra gran lección.
No vamos a entrar en el terreno de decretar ganadores o perdedores del debate. Los que vimos y oímos a los precandidatos e internalizamos sus mensajes, nos haremos nuestra propia opinión. Esa es otra libertad indelegable. En lo que hay consenso, fue que ganó la democracia, la civilidad, la unidad y por sobre todas las cosas, Venezuela. Nos anotamos una espectacular victoria cívica sobre la barbarie. Un debate propio de la democracia y, todo a pesar, de la cadena del odio. ¡Viva la unidad!
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